Ser o no ser

1 Jornada Sub 8 Orcasitas 26 de Octubre

No es una clase de literatura, ni siquiera un aviso a navegantes perdidos en este mundo invitándolos a retomar un rumbo de vida determinado. No. Es mucho más sencillo que eso.

Quienes son asiduos a estas crónicas ya habrán leído, o escuchado en alguna de las muchas tertulias que estos escritos generan (ja, ja,…), algo parecido a lo que viene en las siguientes líneas.

Cuando entrenaba a jugadores adolescentes, quienes, sobre el papel, son capaces de procesar un alto porcentaje de las instrucciones que se les da, por su opinión sobre el mejor jugador de rugby del mundo, ellos contestaban tal o cual nombre dependiendo de si papá es seguidor de Tonga o el tío Miguel es un fanático del juego, de vieja escuela (rugby arcaico, lo llamamos cariñosamente) de Georgia. Lo cierto es que la pregunta tenía trampa y la respuesta quizá no calaba, por abstracta, en sus cabecitas. Para mí, el mejor jugador del mundo, siempre hablando del máximo nivel competitivo, no es el más rápido, ni el más fuerte, ni el ala de los Sarracens o el talonador de Biarritz. El mejor jugador de rugby del mundo es el más inteligente, en su acepción más amplia. En un mundo ya mayoritariamente profesional las habilidades técnicas, las capacidades físicas son muy similares. ¿Qué hace que un jugador pase de ser muy bueno a ser un súper clase? Su inteligencia, su capacidad para tomar decisiones en décimas de segundo, su habilidad para explorar las posibilidades que un reglamento complicado nos ofrece.

Nueva Zelanda era el gran favorito para ganar, una vez más, el mundial. Todos (más o menos) admitimos que están un escalón más alto que el resto de equipos de primer nivel. Así que la semifinal contra Inglaterra parecía, más bien, desnivelada. Una Inglaterra que no llevaba un buen año, después de no ganar el Torneo de las Seis Naciones. Si me apuran, técnicamente, los jugadores de Nueva Zelanda podrían considerarse un pelín superiores.

A estas alturas, espero, todos conocemos el resultado del partido (lamento estropear la fiesta a quienes aún no han podido verlo) y aún estamos con la boca abierta. ¿Qué ha pasado? Simplemente, los ingleses han sido más listos. Ha tomado mejores decisiones. Y de eso va hoy la cosa. Decidir. Ser o no ser.

Últimamente he estado pensando que me da pena que vayan creciendo. Las crónicas eran como una historieta divertida y no había mucho de rugby. Eso empieza a acabarse. Muchas cosas están cambiando en esta categoría. El año pasado los entrenadores compartíamos el espacio de juego con los niños y eso nos hacía sentir, a ambas partes, más seguros. Ahora ya no podemos. Los jugadores, aun recibiendo instrucciones, están solos en el terreno y deben tomar sus decisiones. Habrá quien no esté de acuerdo pero la gran diferencia, para mí, es gestionar, desarrollar y fomentar esa independencia.

Dos equipos, cuatro partidos en la primera jornada de la FMR de esta temporada. Campos de Orcasitas abarrotados como de costumbre y disfrutando de un día precioso para jugar. Dos convocatorias, 09:30 nuestros peques de segundo año, 12:00 los novatos. Primer partido, el clásico de las categorías inferiores, contra XV Hortaleza. Los nuestros, muy bien asentados en el campo, se divierten jugando al ataque y se esfuerzan en la defensa. Primeras decisiones, difíciles en tanto en cuanto han de elegir entre estar solamente pendientes del balón o hacerlo también de cubrir el espacio. Poco a poco deben aprender que se juega mucho más tiempo sin el balón que con él en las manos. Cubrir los espacios en defensa, abrir los espacios en ataque. Eso se hace sin balón. Vamos acumulando carga de decisiones: buscar huecos, cubrirlos, hacer pases, mantener el balón,….. Cada cosa a su debido tiempo. He de confesar que este “trabajo” no puede ser más gratificante. Los matarías en los entrenamientos. No te queda otro remedio que adorarlos en los partidos. Como Ronaldinho.

Segundo partido, contra Alcobendas, con similares características. Muy serios en la colocación (en ataque les cuesta un poco), se ayudan unos a otros y van reconociendo a sus compañeros como parte del juego. Están acompañados y creen que eso es mejor que ir solo. Resultado: dos partidos muy disputados en los que se impuso la mayor calidad de nuestros lagartijas y un mejor nivel en la toma de decisiones.

El tercer partido, primero de los sub7, de nuevo el clásico, contra XV Hortaleza. Se impusieron, por poco, los de negro quienes estuvieron mucho más despiertos que los nuestros. Los peques aún tienen que acomodarse a este nuevo entorno donde tienen mucha menos ayuda. Ahora deben, y ese es nuestro trabajo, encontrar el soporte en ellos mismos, en sus habilidades. ¡Qué preciosa tarea nos espera! Porque son un diamante en bruto con mucha calidad y con una disposición increíble.

El último partido contra Paracuellos fue un bálsamo para sus expectativas y encadenando jugada tras jugada con una continuidad envidiable, fueron muy superiores en todas las facetas del juego.

Si alguien me preguntase le resumiría brevemente la jornada: “¡cuánto he disfrutado!”. Y creo que no he sido el único. Con eso queda todo dicho.

San Isidro Fuencarral: Nico Garnica, Nico Sánchez de Pedro, Bruno, Jorge, Ignacio, Tobías, Mario, Víctor, Pablo, David y Jesús.

San Isidro El Pardo: Íñigo, Mateo, Olivia, Edu, Jaime, Luis, Lope, Rafa, Isra, Martín y Sebi.

Lo mejor: El tremendo progreso de todos los jugadores. Y, por supuesto, el debut de Lope, Rafa y Martín (Edu, no recuerda…).

Lo peor: Lo declaramos desierto (como desierto fue el tercer tiempo), no sea que nos llamen la atención por hablar de los árbitros.

Carlos Suarez, entrenador.

¡Sangre y Cielo!

¡Aúpa San Isi!

Patrocinan Clarins, S7, Huna Comunicación. Colaboran Distrito Fuencarral-El Pardo, Fundación San Isidro Rugby, Genetsis Group
 

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