Agincourt y los violines de otoño.
En la noche de un sábado cualquiera de noviembre, la llanura de el Bercial se transformó en terreno de batalla para el encuentro entre un veterano San Isidro Old Lizards y un joven y rápido Getafe B. Al revés que en Agincourt, el Sanisi, justo de efectivos, aportaba los “happy few” al bando de la tradición. Si preguntas a un viejo guerrero cómo se sobrevive al vuelo de una flecha te dirá que primero pruebes a colocarte tan cerca del arquero que no pueda disparar.
Y así lo hicimos, empezando el partido con oficio: nuestra caballería pesada, con un dominio abrumador en la melé y una superioridad algo menos contundente, pero clara, en las demás fases de delantera, aplicó la lógica más elemental: sin balón, el contrario sólo puede defenderse. Y si tienes fe y mantienes la presión, tomas el primero de los bastiones: ensayo de Tala en el minuto 7.
Quizás el primer atisbo de victoria llegó un poco pronto, porque en ese momento los arlequinados, debido a la rápida ventaja, el dominio delante y la comodidad de jugar en la 22 contraria, nos confiamos y desperdiciamos una valiosa posesión territorial sin marcar. Parecíamos pensar que la guerra es un juego: intentos de cargas en solitario, renuncias a aprovechar la superioridad numérica cuando ésta se conseguía y numerosos balones adelantados le dieron al Getafe un oxígeno precioso. Y más de una batalla se ha perdido por exceso de confianza, por dejar respirar al enemigo, en vez de aprovechar la brecha. En este caso, además, el riesgo era considerable, pues los naranjas, que defendieron bien su zona de marca, tenían bastante más fuelle y velocidad que nosotros. Eso sí, el Sanisi podía estar confiado pero también tiene ya las marcas de muchas batallas en la armadura y fue capaz de mantener, pese a los fallos, la iniciativa. Y como el enemigo también yerra, varios balones adelantados, por nervios o presión adecuada por nuestra parte, nos hicieron la situación más favorable: el asedio continuaba.
Por fin, en el minuto 27, aprovechando la torre de asalto que le ofrecía una melé a diez, Miguelón 2.0 salió de 8 y marcó el segundo ensayo, que Sorin transformó. Otro baluarte en nuestras manos y el fortín del Getafe parecía un poco más vulnerable. Máxime porque poco después Sorin sacó la artillería y marcó un drop que puso el partido en 0-15. Pero para entonces ya era un poco tarde. El rival había escapado vivo, y empezaba a causar problemas.
En dos rápidas salidas, en los minutos 35 y 37 marcó sendos ensayos en unas carreras de larga distancia, toleradas por nuestra propia negligencia, pues nos cogió saboreando la comodidad de ir delante en el marcador y pensando que el enemigo estaba derrotado. Pensábamos quizá que hay cielo sin sangre, que es posible una defensa sin placaje. Grave error, pues el marcador se había puesto en un inquietante 14-15. Más aún: si ante el desconcierto de las tropas les envías una buena andanada, recuperas la iniciativa y el campo es tuyo. En efecto, al filo del descanso el Getafe marcó un golpe de castigo y en cinco minutos pasó de irse a la tregua con un amenazante marcador en contra, a liderar la contienda con un 17-15.
Ante el fuego cruzado es hora de cerrar filas, vigilar los flancos, no perder los nervios y atacar con inteligencia. Y el San Isidro lo sabe. Al comienzo de la segunda parte, la delantera pisó el acelerador y con contundencia puso el 17-20 gracias a un ensayo de Fósforo, no transformado. Getafe respondió con otra carrera larga que le llevó bajo palos, y con una transformación. 24-20. Pero el Sanisi había recuperado la iniciativa. Al fin al cabo, quien domina la melé domina el mundo (y os lo dice un pilier), y nosotros dominábamos la melé.
En una de ellas, robada en el minuto 49, Miguelón 2.0, con autoridad, lanzó uno de los ataques que le gustan, en inferioridad numérica, pero no de empuje ni de garra e, imparable, tomó la tercera torre, con un ensayo transformado por Borja (22-27). Otra vez dueños del terreno, reanudamos el cerco: fuerza delante, dominio en la melé, comodidad en las touches y pick and drives contundentes y choques aún más contundentes de los coraceros, de Adelín, Javier, Canche o 2.0, mantuvieron el juego en campo contrario. Los violines ya sonaban afinados.
Para nuestro beneficio, esta vez fue Getafe quien pecó de exceso de confianza y, quizá por respeto a nuestra touche, decidió sacar a la mano muchos de los golpes de castigo que tuvo a favor en su propia 22. Golpes de castigo, todo ha de decirse, que a menudo forzamos con errores pueriles en los rucks. Pero para entonces el SIRC ya tenía puesto el chip defensivo y pudo mantener el juego en terreno contrario. Cuando uno está rodeado, a veces no basta con embestir para romper el cerco. En alguna ocasión, eso sí, el Getafe pudo sacudirse algo la presión y amenazar nuestra zona de marca, por sacar de centro o gracias a veloces ataques jugando a la mano; pero allí se encontró con la patada de mamut de Sorin, que repetidas veces encontró la línea de fuera en su zona de 22. Y allí se juega mejor: otros dos ensayos en el 61 (Javi Hierbas) y en el 69 (M 2.0, que había olido la sangre y se había colocado en refuerzo de los 3/4) abrieron la distancia hasta un 22-37.
Los últimos bastiones habían sido tomados, la fortaleza había caído y al Getafe sólo le quedaba hacer la última salida. Una vez más, viendo el triunfo cerca, habíamos bajado la guardia, y un par de balones bloqueados ilegalmente nos costaron sendas tarjetas amarillas, para Canche y Javier, que dejaron a las huestes arlequinadas con trece jugadores. Pero era demasiado tarde: al Getafe le bastó aprovechar la superioridad numérica con una carrera más en la última jugada para marcar un ensayo que colocó el marcador en el 29-37. Pero la victoria del Sanisi era ya inapelable. Esta vez había ganado la caballería pesada, y Agincourt había sido vengada. Había caído la noche y el terreno era nuestro.
Jugaron: Adelín, Canche, Paco, Eero, Luis San Juan, Angulator, Cordero, Miguelón 2.0, Javier Hierbas, Sorin, Job, Fósforo, Tala, Pistolas, Borjita, Javier Larratxe, Juanma, Mandi, Iñaki Larratxe, Miguel Oso, Nachowill.
SANGRE Y CIELO, AUPA SANISI!!!!!!!!!
Javier Gª-Larrache – Capitán Old Lizards
Kike
20 noviembre, 2018 (10:42)
Que poesia!!!