A nuestro hombre en La Habana…

“El cronista tiene la sospecha de que le reclaman crónica porque la conexión en directo, a través de no sé qué nueva plataforma, falló. Eso nos decía nuestro hombre en La Habana. Vean como somos un club de posibles, internacional y de enjundia, porque el primero que pidió crónica en el grupo de los provectos lagartos fue nuestro enviado en la Cirenaica. Y como ambos son notables, el narrador les complace. A gusto, además, porque acercarse (menos de lo que le gustaría) por Tres Olivos es siempre ocasión merecedora de celebración, sea cual sea el resultado. Esto, tan tajante, podrá extrañar a la alborotada juventud, que hallará razón y sosiego cuando pregunte y sepa (seguro que saben, porque la transmisión oral, jocosa, hipertrofiada y a veces pastosa, funciona -debe funcionar- en cada tercer tiempo en el que haya un veterano que recuerde La Chopera).

Día espléndido de un otoño resplandeciente. Ideal para jugar alegre, abierto y con burbujas. Qué, si no, con estas superficies modernas, que confirman la deriva reglamentaria de World Rugby, enemiga de los viejos rucks, apropiados para el barro y la lluvia y que refutan a los rozagantes vetustos que envidian a esos chavales que ha parido el club, mientras evolucionaban con desparpajo para superar a los biazules de Cisneros. 27 a 14 para nuestros arlequinados. Al parecer el resultado era importante porque ese XV colegial parece rival a batir en la contienda por el ascenso a la primera categoría madrileña.

Decía que el resultado es lo de menos, pero no es verdad, porque más que causa es consecuencia. Del trabajo sosegado que hay detrás y del tiempo que llevan jugando juntos, que se adivina mínima porción del que les resta. Y es ese camino el que, con fidelidad a las reglas esenciales de unión, esfuerzo y gozoso disfrute del combate que es el rugby, los llevará, llevará al club, sin prisa, pero sin pausa, a su lugar natural, que quiero y anticipo de ámbito geográfico nacional.

Los colegiales, más grandes, más añosos, opusieron resistencia y costó superarles, sobre todo durante los 10 primeros minutos de cada inicio de tiempo reglamentario. Luego no. Saben más los nuestros. Creo que intuitivamente la mayoría, aunque algunos apuntan madurez más allá de sus años. La intuición del juego es, sin embargo, encomiable, porque habla de mecanismos aprendidos y de comprensión básica de la dinámica de juego. Y eso se nota y promete. Las fases estáticas se trabajan, se mejora la técnica, lo otro explota y te lleva al plus de prestancia que te hace ganar ante rivales más sólidos.

Ayer tuvimos problemas en melé. Sacamos muchos balones en desventaja, balones malos que el arrojo y esa comprensión del juego convertían luego en aprovechables, pero que desde la plataforma característica de nuestro juego, la declinante imagen de marca del rugby pro, nos hacía perder un punto de iniciativa y velocidad que hubiera puesto más distancia (más seguridad) en nuestro juego. Pero eso no es preocupante. Eso se trabaja y se mejora, aunque haya menos kilos. En el lateral hubo más seguridad, si bien es cierto que los complutenses disputaron poco y mal. El juego abierto, sin embargo, fue francamente bueno. Tanto desplegado, eje horizontal, como en las percusiones, en el contacto, dentro-fuera y distribuyendo el portador del balón a sus lados, para ganar esos centímetros esenciales que predicaba Pacino en aquella película en la que se hacía panegírico del juego oval de los primos norteamericanos (Any given Sunday, para el que sea perezoso con Google).

Pudimos anotar más, pero un cierto conformismo (que hay que evitar) durante los primeros minutos del segundo tiempo, regaló la iniciativa a Cisneros y una marca que se originó en una pérdida de balón en un maul en su 22, tras lateral muy bien ganado pero mal desarrollado por nosotros. Esa marca, sin embargo, sirvió de acicate y propició nuestra reacción. Decía que pudimos anotar más porque fue palmaria una ocasión que su generoso ala cerrado nos brindó, pero acabó en lamentado adelantado por la banda donde la más nutrida concurrencia sangre y cielo se acomodaba. No pasa nada, los fallos se corrigen con la repetición y el trabajo, que es el camino al que demuestran dedicación, bajo la mirada atenta y avizor de Eugenio, los veintitantos que ayer jugaron y ruidosamente (como es debido) celebraron. Enhorabuena, Sanisi.”

José Alberto Molina, «Phil»

 

3 Respuestas a "A nuestro hombre en La Habana..."

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    AJ Sánchez
    19 octubre, 2022 (4:51)
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    ¡Cronicón!

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    Phil🏉 (@Tornarugby)
    20 octubre, 2022 (17:58)
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    Una gozada ver a los chavales jugar. Gracias, AJ, nos vemos en la cena del sábado.

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    Eugenio
    21 octubre, 2022 (11:34)
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    Excelente crónica Phil !!! Pluma de oro (ahora dedos dorados) que encantan a los ojos del buen lector.


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