El «Gen San Isidro».
Una de las señas de identidad de nuestro querido rugby es que para conseguir nuestro objetivo (marcar ensayos) debemos alcanzar la línea de ensayo del oponente. Esto sólo se consigue avanzando.
¡Vaya cosa! dirán algunos. Como en el resto de deportes. A estas alturas casi todos sabemos que no es igual que el resto de los deportes. Cierto es que hay que avanzar para llegar a la meta pero, al ser un deporte de equipo, la colaboración entre jugadores (pasarnos el balón) solo se puede hacer lanzando el balón hacia atrás. Así, la tarea se complica: a la vez que voy ganando terreno, mientras corro con el balón en las manos, lo pierdo cuando realizo un pase a cualquier compañero de equipo. En resumen, la distancia que gano corriendo siempre debe ser mayor a la que se pierde lanzando el balón hacia atrás. De este modo podré avanzar y alcanzar la línea de ensayo contraria.
Esta curiosa circunstancia crea un montón de reglas que regulan diversos aspectos del juego como el avant o knock on (según nos guste más el francés o el inglés) y el pase adelantado. Es decir, ¿qué pasa cuando el balón va hacia adelante? Hablamos solamente de cuando llevamos el balón entre las manos, ya que las patadas hacia delante sí están permitidas.
Se produce un avant cuando el jugador pierde el control del balón y éste va hacia adelante. Hay una excepción a esta regla y es cuando un jugador da una patada al balón y el oponente lo bloquea con sus brazos y va hacia adelante.
Un pase adelantado se produce cuando un jugador pasa la pelota hacia adelante.
El resultado de esta infracción, casi siempre, es el reinicio del juego con una melé (o scrum). Introduce el balón en dicha formación el equipo que no ha cometido la infracción. Esa es una figura que el reglamento que afecta a nuestros pequeñines no contempla por ser muy técnica y con cierto riesgo. Si la infracción es contemplada por el árbitro como intencionada la reanudación del juego se hará mediante un golpe (puntapié, dice el reglamento) de castigo.
Así como el pase hacia atrás es uno de los elementos diferenciadores en nuestro deporte, durante muchos años se ha hablado del «GEN SAN ISIDRO». Muchos años en este club me hacen pensar que puede que ese famoso rasgo no sea un gen de verdad. Puede que se trate, en realidad, de un virus o de una bacteria. No soy un entendido en estos asuntos médicos pero si tuviera que elegir, dada la facilidad y la rapidez en su transmisión, yo apostaría por el virus.
Podríamos definirlo como ese estado en el que los jugadores arlequinados, atolondrados, saltan al terreno de juego en los primeros minutos de los partidos, agravado este hecho (si eso fuera posible) por la circunstancia de que el encuentro se celebre al inicio de la temporada, después de la Navidad o cualquier domingo antes de las once de la mañana.
Si estoy en lo cierto, nuestros lagartijas se han contagiado con el virus. Aturdidos, despistados, legañosos. Así entramos en el primer partido de la jornada ante el CRC azul. Los síntomas: dificultad para distinguir el balón, pérdida de sensibilidad en las manos, endeblez en el tren inferior……. En esas estábamos y los azules y amarillos se dieron un festín a nuestra costa.
Recientes investigaciones han probado que este virus es un agente doble y tiene la virtud de mutar. Los nuevos síntomas, descanso mediante, son: unas terribles ganas de ensayar; una tendencia, casi suicida, al placaje y una capacidad de lucha inagotable. Y así fue. En la segunda parte los nuestros se empacharon.
Esas mismas investigaciones concluyeron que, en algún momento, se virus se estabiliza, permitiendo al portador comportarse de acuerdo a sus capacidades y habilidades. Y esta ocasión no sería una excepción. Nuestros niños demostraron, en el segundo partido (contra Industriales), lo que realmente son: unos críos increíbles que han absorbido los principios del juego como nunca imaginamos y que, casi siempre, nos deleitan con su juego.
A pesar de que somos partidarios de hablar siempre del equipo, del conjunto, de vez en cuando hacemos una excepción con algún hecho destacado. En esta ocasión nos alegramos del salto cualitativo que Gabi ha dado en el equipo y la consolidación de Edu.
Jugaron: Olivia, Israel, Antonio (Tete), Íñigo, Gabi, Jaime, Jorge, Edu, Sebi y Saúl.
Lo peor: La caraja del principio
Lo mejor: Ese espíritu que nunca se rinde.
¡AÚPA SAN ISI!
Carlos Suárez – Monitor S6
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