Estamos hechos de otra pasta.

Dicen los jugadores de rugby que se han hecho «viejitos» (se deja de ser joven; no se puede dejar de ser jugador de rugby) que el barro es uno de los elementos distintivos de este deporte. ¡Quién no recuerda esos heroicos partidos por La 2 en los que los colores de las camisetas brillaban por su ausencia!

De hecho en los ambientes de rugby, de cuando en cuando, siguen corriendo esas burlas que ridiculizan, sobre todo, a los zagueros y  aperturas (números 15 y 10) con las camisetas impolutas mientras que a sus gordos compañeros (la delantera) apenas se les adivina el número.

Hoy nuestros “lagartijas” se han bautizado en barro. Los colores de nuestra camiseta, los colores de nuestro club (SANGRE Y CIELO; que no azul claro y granate) no se ensucian. Antes al contrario, el barro los ennoblece. A los jugadores nos hace más grandes. Cuánto más barro porto más veces me he tirado al suelo para ayudar a mi compañero, para proteger a mis hermanos, para luchar por la posesión del balón. Éste es el espíritu de San Isidro.

Día otoñal, feo, frío, desapacible, embarrado. Rugby en estado puro y nuestros pequeños iban a disfrutarlo. Los jugadores de rugby estamos hechos de otra pasta.

Afortunadamente, los niños se han alimentado convenientemente antes de llegar al campo (padres, no os arriendo la ganancia; cuán lejos veo vuestra jubilación para poder seguir alimentando a estos cachorros) y contaban con las suficientes reservas como para aguantar, más allá de nuestras previsiones, el esfuerzo de los partidos y las adversas condiciones meteorológicas.

Esa mañana nos encontramos con una sorpresa y es que cuatro lobeznos (jugadores de los Lobos de Segovia) se unían a nuestra aguerrida tropa de jugadores: Lucas, Mateo, Martina y Darío completan nuestra expedición compuesta por Luke, Jorge, Jaime, Luis, Gabi, Íñigo, Israel, Juan y Sebi.

Los partidos, irregulares. En términos generales bien. Muy bien, diría yo, en muchas ocasiones. Hemos mejorado mucho los apoyos y la búsqueda del balón pero nos falta mejorar la atención al juego y que esa búsqueda de la posesión sea más efectiva. Debemos encontrar la manera de espolear su iniciativa en el juego, buscar respuesta naturales activas en vez de esperar a que las cosas sucedan. Quizá nos emocionamos mucho con las posibilidades que sabemos que poseen y queremos ir muy rápido. Mejor poco a poco.

Hortaleza se presenta con un equipo muy inexperto que permite a los nuestros jugar con cierta comodidad.

Liceo, como siempre, con un equipo muy fuerte y conjuntado nos exige mucho. Primera parte en la que no sabemos dar respuesta a su juego pero una segunda parte totalmente diferente con unos épicos minutos finales llenos de placajes, idas y venidas, con muchas alternativas. Partido muy bonito para jugadores y espectadores.

Alcobendas, también con un equipo muy bisoño permitió a los nuestros jugar con más convicción y acierto.

El último partido, contra los Osos, cerró una excelente jornada para los Linces.

Después, otro gran tercer tiempo con un montón de comida para los peques y un montón de “porquerías varias” para los padres y entrenadores (gracias por el lomo y el salchichón).

Lo mejor: La presencia, en el partido contra Alcobendas, de los jugadores de la primera plantilla de ese club. Vieron la segunda parte e hicieron un emocionante pasillo a los críos. Luego, fotos a discreción con todo el que quiso. Emocionante experiencia para todos, incluido este escribano. Jaime Nava, el más solicitado.

Lo peor: El frío y la lluvia.

¡SANGRE Y CIELO!

Carlos Suarez – Monitor S6

 

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