La insoportable levedad del ser

“La carga más pesada nos destroza, nos aplasta contra la tierra. La carga más pesada es, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será. Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, se distancie de la tierra, que sea real sólo a medias y sus movimientos sean tan libres como insignificantes. Entonces, ¿qué hemos de elegir? ¿El peso o la levedad? Ése fue el interrogante que se planteó Parménides en el siglo sexto antes de Cristo. Según él todo estaba dividido en principios contradictorios: luz-oscuridad; ser-no ser;…Semejante división entre lo positivo y lo negativo nos plantea una incógnita aún no resuelta: ¿qué es lo positivo, el peso o la levedad? Sólo una cosa es segura: la contradicción entre peso y levedad es la más misteriosa y equívoca de todas las contradicciones.” M. Kundera.

En la teoría de Parménides el cambio no existe y el ser es inmutable, único e inmóvil. Todo cambio que el hombre pueda notar no es más que una mera sensación, una ilusión. De esta forma, Parménides libera al hombre  de toda decisión, de toda responsabilidad y lo condena a vivir una vida que no puede modificar.

Más de mil años después, Nietzsche intenta reivindicar la teoría del eterno cambio que Heráclito había iniciado: todo fluye, todo cambia; lo positivo se convierte en negativo y viceversa.

“Quien ha alcanzado la libertad de la razón….mirará con ojos bien abiertos todo lo que pase en el mundo……Sin duda, ese hombre pasará malas noches y se encontrará cerradas las puertas de la ciudad que le debía dar cobijo……..Quizá la terrible noche sea un desierto en el desierto ……Y cuando se eleve el sol de la mañana y se abra la ciudad puede que vea en sus habitantes más desierto, más suciedad,……Es posible que, a veces, sea así la suerte del caminante. Pero pronto llegan, en compensación, las deliciosas mañanas de otras comarcas y de otras jornadas……” F. Nietzsche.

Hoy nuestros lagartijas nos han desvelado la solución a este dilema: ¿qué hemos de elegir, el peso de Nietzsche o la levedad de Parménides? Ellos se han decantado por el peso de Nietzsche.

Abre la jornada el equipo de San Isidro Tres Olivos, muy temprano, contra los habituales de Alcobendas (vaya tela). Diez de la mañana marcaba el reloj aunque las legañas que cegaban los ojos de los peques correspondían a la resaca de una noche de farra. Fue un partido que, perfectamente, podría no haber existido. Pero se jugó. Descoordinados en la defensa, inoperantes en el placaje, fuimos incapaces de hacer frente al equipo rival a pesar de la buena voluntad de los jugadores que sólo se traducían en arreones individuales que nos brindaron pocas oportunidades de ensayar y desde luego nada de juego colectivo. Ese no es el camino que nos hemos propuesto ya que, ante todo, somos un equipo. Según pasaban los minutos fueron incrementando la intensidad de su juego y con una actitud mucho más positiva mejoraron, levemente, si bien no tuvimos tiempo de llegar a un nivel aceptable. Tiempo de descanso, a la espera del segundo partido contra Getafe.

Hete ahí que entra en funcionamiento la teoría del cambio, todo fluye, todo cambia. Lo negativo se convierte en positivo. Espoleados por su infatigable espíritu de lucha, el partido fue radicalmente diferente. Un orden encomiable en la línea defensiva, ajustes en el placaje, recuperación de los balones disputados en los rucks, conservación del movimiento con la posesión del balón,….. Asistimos, con alegría contenida, a una radical transformación en las prestaciones del equipo. Para los entrenadores la mayor satisfacción fue ver sus caras radiantes al oír el pitido final. Lo habían pasado en grande y nos habían hecho disfrutar de un hermoso partido de rugby.

Cambio de tercio y empieza la jornada para San Isidro Fuencarral. Partido duro contra los habituales de Alcobendas (vaya tela) con una ajustada convocatoria. Desde el primer minuto la igualdad fue la nota predominante y ambos equipos mostraron un alto nivel en todos los órdenes del juego. Defensas presionantes, placajes ganadores, rucks muy disputados aunque poco a poco el buen hacer de los arlequinados fue decantando la balanza a nuestro favor. Partido trepidante, muy divertido y en el cual los nuestros presentaron un alto nivel de juego.

El segundo obstáculo en nuestro camino era Sanse y, a priori, se presentaba otro enfrentamiento muy parejo. Y así fue durante el primer tiempo, manteniendo el nivel obtenido en la contienda anterior. Otra cosa fue el segundo tiempo ya que fruto del cansancio fuimos bajando nuestras prestaciones, a la vez que los granates fueron incrementando la presión sobre nuestros jugadores. Éstos lucharon con todas las fuerzas que pudieron aunque cada vez nos resultaba más difícil responder con claridad a la asfixia a la que nos sometieron. Cuando ya no podíamos más, empezaron los intentos individuales (sobre todo con las poco útiles carreras laterales, sin ganancia de metros) que apenas tuvieron éxito. Final de un partido muy exigente físicamente que nos ofrece la oportunidad de empezar a entrenar destrezas (técnicas y tácticas) a las que no habíamos tenido que enfrentarnos antes.

SIRC TRES OLIVOS: Roque, Pablo Díaz, Jaime Calzada, Íñigo Tejero, Pablo Otero, Santi, Mateo, Miguel García, Víctor y Edu.

SIRC FUENCARRAL: Martín, Íñigo Clemente, Gabi, Quique, Diego, Israel, Jaime Garnica, Lucas, Adrián y Pablo Esparza.

Lo mejor: La lección de esfuerzo y capacidad de superación que han demostrado los veinte jugadores.

Lo peor: Será difícil perdonarles que hayan tirado por tierra los postulados de Parménides.

¡VA, SAN ISI, VA!   SANGRE Y CIELO.

Carlos Suarez, entrenador.

 

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