RECULANDO HACIA EL FUTURO

Reconozco que no me gusta mucho el cine. Ya lo sé, casi nadie lo entiende pero es que soy raro. Sin embargo hubo un tiempo, que ya apenas recuerdo, durante el cual frecuentaba esas salas con cierta asiduidad. ¡Qué recuerdos! Colas de siete horas, a la puerta de la taquilla, para sacar las entradas de la primera película de La Guerra de las Galaxias. ¡Cómo cambian los tiempos!

Por eso, por el inexorable paso del tiempo, corro el peligro de que alguno de los lectores no sepa de qué estoy hablando. El título de esta crónica es una traducción del original (Back to the future). Película de 1985 (siglo pasado, por si hay alguna duda), ciencia ficción en la que se relatan las peripecias de un adolescente que viaja, accidentalmente, al pasado corriendo el riesgo de alterar el futuro.

“Reculando hacia el futuro” además de ser, probablemente, un título ya usado en alguna crónica de años anteriores, es un “oxímoron”, figura literaria que consiste en usar dos conceptos de significado opuesto en una sola expresión y que debe provocar que el lector entienda el sentido metafórico pretendido. El recurso a esta figura retórica es muy frecuente en la poesía mística, amorosa y en análisis funcionales. Por motivos obvios nos quedamos en este último apartado.

Cuando nada funciona, cuando no encontramos la solución a los problemas, cuando estás a punto de bajar los brazos sólo hay una solución: parar, borrar todo y volver al principio. Drástico, sí. Pero no queda otra.

Cada año, cada camada si se me permite la expresión, es diferente al anterior. Y mucho más acusado en la categoría de nuestros jugadores. No podemos dar por sentado que lo conseguido el año anterior será el punto de partida del actual. Y eso nos está pasando. Podríamos entretenernos en explicar las causas pero, además de ser muy obvias, no son tan relevantes para nuestro propósito. Sobre todo porque lo que nos importa es arrancar y alcanzar la velocidad de crucero para volver a divertirnos (los peques, los progenitores y nosotros, el equipo técnico). Y hasta aquí hemos llegado: paramos, borramos y vamos a empezar, casi, desde el principio. Antes de poder avanzar en aspectos tácticos, mucho menos los estratégicos, hemos de afianzar los gestos técnicos y los conceptos más básicos del rugby. Afortunadamente, no partimos desde cero porque nuestros jugadores, aunque no lo sepan, tienen mucho rugby dentro.

Marty McFly volvió a 1955 y tuvo que esforzarse por volver a juntar a quienes serían sus padres y, de ese modo asegurar su propio nacimiento. Todo un reto. ¡Como el nuestro!

La jornada de este sábado en Soto del Real venía con la etiqueta de “ultra congelados” pero terminó siendo una espectacular mañana para la práctica de cualquier actividad al aire libre. Para nosotros, rugby. En la línea de las últimas semanas, no hay mucho que podamos destacar excepto la constatación de hacer cambios en nuestra forma de entrenar y de jugar.

Los partidos fueron una sucesión de jugadas deslavazadas en ataque y una defensa muy desorganizada. Es cierto que en determinados momentos, esporádicamente, intentábamos poner en práctica lo entrenado si bien nunca fuimos capaces de enlazar esos gestos de un modo continuo. La ausencia de placaje, quizá, es lo más preocupante.

Siempre buscamos aspectos positivos de las jornadas y hay algo que caracteriza a nuestros pequeñajos: su empeño y voluntad por hacerlo lo mejor posible. Y por ello los felicitamos.

También queremos destacar el buen último partido de la jornada. Los novatos dieron una lección de superación y nos ofrecieron un partido intenso, disputado y no exento de calidad. ¡Hay esperanza!

Lo mejor: El ánimo de nuestros jugadores. Y la recuperación de Pepe. Sólo queda Tariq.

Lo peor: El equipo técnico, conmigo a la cabeza (que me perdonen César, Lisandro, Edu y Aníbal que son unos fenómenos).

Jugaron: Pablo Otero, Pablo Díaz, Martín, Íñigo Clemente, Gabi, Diego, Víctor, Santi, Pepe, Kike, Adrián, Saúl, Íñigo Tejero, Edu, Daniel, Miguel, Jaime y Gonzalo.

¡VA, SANISI, VA!

Carlos Suarez, entrenador.