La costa de los mosquitos
Cuando Paul Theroux publicó su novela en 1984, no sé si habría estado alguna vez en los Campos de Orcasitas, pero se hubiera encontrado algo parecido al paisaje guatemalteco que describe en su libro. La última jornada de la categoría Sub-12, celebrada en los Campos de Orcasitas el pasado sábado 18 de noviembre, tuvo un tiempo idóneo para la práctica del deporte, y para la proliferación de mosquitos, que, sobre todo en el campo de abajo, hicieron estragos en las piernas de jugadores y monitores. Eran enanos, pero voraces. Al margen de la introducción biológico-literaria, los horarios de los partidos, junto con la escasez de jugadores, sobre todo al principio, motivó ciertos estados de urgencia. Fuencarral jugaba su primer partido a las diez y media y El Pardo jugaba el suyo a las once, por lo que ambos equipos jugaron sin suplentes los dos partidos. Los segundos partidos también tuvieron horarios separados por media hora, por lo que pasó algo parecido. Los niños entrenan para jugar, y se debe intentar que acudan a las convocatorias.
Los chicos de San Isidro Fuencarral jugaban el primer partido contra el XV de Torrelodones. Siguiendo la tradición de comenzar algo fríos, tras dos o tres escaramuzas entre los dos equipos, un error de placaje llevó a los de negro y amarillo a ensayar. La momentánea derrota espoleó a los chicos, que comenzaron a apoyarse más, a colocarse sobre el campo y a presionar al contrario. El juego mejoró ostensiblemente, si bien se entraba muy lento en los rucks, lo que ocasionaba que balones que estaban en nuestro campo acabaran en más de una ocasión bajo sus piernas. La mejora en el juego se fue traduciendo en una sucesión de ensayos por nuestra parte que iban reforzando la confianza de los chicos hasta llegar al 11 a 1 final.
El segundo partido comenzó una hora y media larga después de la finalización del primero, demasiado tiempo para mantener la concentración debida en un grupo de inquietos benjamines como el nuestro. Aunque se comenzó con buena voluntad, los fallos en placaje contra unos muy conjuntados jugadores del Liceo Francés Blanco provocaron tres ensayos en contra en apenas cinco minutos. Esto pesó mucho en el ánimo de los jugadores, que contra equipos históricos de mejor nivel tienden a acomplejarse, por lo que el partido se cerró por diferencia de treinta puntos tres minutos después. Las lagunas en el posicionamiento defensivo seguían que generando huecos y por allí entraban los contrarios. Tras el descanso se les intentó convencer de que, sin autoconfianza no se podía ganar, porque la cabeza juega muchas veces antes que el cuerpo, y ellos tenían mucho más nivel que el demostrado en ese primer tiempo. Las lagartijas del Fuencarral sacaron el amor propio que atesoran dentro y el juego mejoró ostensiblemente. Incluso se posó una vez el balón en la zona de marca rival. Lección aprendida y a seguir.
Los chavales del San Isidro El Pardo sufrieron varias bajas de última hora, algunas inesperadas, lo que, como se ha comentado al principio, provocó el debut de varios jugadores en este deporte, destacando a Álvaro (de Vallecas) y Gloria (del San Isidro), que pusieron todas las ganas en sus primeros partidos como lagartijas. El primer partido se jugó contra el Majadahonda, que presentó un equipo que debería de estar jugando en competición, no en desarrollo, dado el nivel demostrado en el campo. Los nuestros, con una alineación de circunstancias, iban aprendiendo sobre la marcha. La falta lógica de colocación y de placaje provocó un resultado abultado adverso en poco tiempo. No obstante, suplieron la falta de rugby con ilusión y ganas.
El último partido se jugó contra el Alcalá, un equipo de nuestro nivel de desarrollo. Los chicos comenzaron muy bien, luchando y apoyándose en ofensiva y defensiva, entrando correctamente en los rucks, atentos en la defensa y ágiles en el ataque, Así las cosas, se adelantaron en el marcador con dos ensayos en cinco minutos. Los alcalaínos reaccionaron y llegaron a empatar el partido con jugadas de ataque de sus chicos más grandes y veloces no contestadas con placajes por nuestra parte. En la segunda parte estuvimos a punto de ensayar en varias ocasiones, pero las prisas por sacar rápido provocaron golpes de castigo técnicos en contra por sacar de manera inadecuada o pérdidas de balón. En una contra a la mano tras un ataque fallido nuestro el Alcalá se adelantó en el marcador 3 a 2 a falta de cinco minutos. Los nuestros intentaron la remontada y, en dos ataques consecutivos recibieron dos placajes altos por parte del contrario. El árbitro decidió expulsar a esos dos jugadores y, al carecer el Alcalá de suplentes, suspendió el partido a falta de dos minutos y medio. Se le ofrecieron jugadores del San Isidro para continuar jugando, pero el delegado de la Federación de Rugby de Madrid no lo permitió. Así de raro acabó el partido.
Esta semana se han de sacar dos conclusiones. La primera, que si no vamos a entrenar entre semana no hacemos cohesión ni aprendemos nada y, si no vamos a los partidos, dejamos a nuestros compañeros en un apuro. La segunda, que en Desarrollo se debería fomentar el explicar más y sancionar menos, salvo que peligre la seguridad de algún niño. Los chavales tienen que aprender jugando y divirtiéndose con el rugby.
Sangre y Cielo.
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