Nunca 2 minutos fueron tan largos

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El Glorioso se quedó con la miel en los labios

Aunque el corazón y la mente sabían perfectamente lo que estaba en juego, los lagartos que se enfundaron la arlequinada para medirse al Cisneros IV vieron cómo el partido se eternizaba y su fuerzas flaqueaban a la hora de frenar las embestidas rivales. Totalmente agotados, los jugadores de nuestro Glorioso vieron cómo los jóvenes del equipo colegial aprovechaban su frescura física para acabar por llevarse un partido del que nunca fueron dueños.

El partido se desarrolló como los técnicos de ambos equipos vaticinaban. Los ‘azul-azul’ se presentaron en Orcasitas con un equipo plagado de jugadores que pagarían cara su inexperiencia ante los veteranos del San Isidro Rugby Club de Madrid. En las fases estáticas, los delanteros del San Isidro acabaron por imponer su autoridad y, tanto en melé como en touch, poco o nada pudieron hacer los colegiales.

Así fue, de hecho, como se abrió el marcador. Tras una touch, los lagartos formaron un maul que avanzó hasta la línea de marca, donde Mini aprovechó para escabullirse y anotar el primer ensayo del partido. El encuentro empezaba favorable al San Isidro y Joshua certificaba el 7-0 inicial acertando en la conversión.

No obstante, la alegría local duró bien poco. Apenas 4 minutos después el Cisneros IV logró igualar el marcador, tras varios fallos de placaje de los lagartos. Quedó claro que si bien en delantera la experiencia del San Isidro avasallaría a su rival, en la línea el escenario sería bien distinto. Los jugadores del cuarto equipo del Colegio, veloces y ágiles con el balón en las manos, sabían que por ellos pasaban las opciones de su equipo. Y, sin duda, lo aprovecharon. Por su parte, nuestra línea, con muchas caras nuevas, también hirió a la defensa colegial con Álex y Joshua muy incisivos. Eso sí, en defensa se notó la falta de entendimiento, la falta de horas de vuelo juntos.

De hecho, fue con una galopada de Joshua ante la que nada pudieron hacer los colegiales, cómo los lagartos lograron su segunda marca del partido. Esta vez, sin embargo, el segundo centro no estuvo acertado con el pie y falló la conversión. Los golpes entre uno y otro contendiente se sucedían. Golpeó el San Isidro y después llegó el turno del Cisneros. Pasada la media hora de encuentro los visitantes lograron su segundo ensayo. Por suerte, también fallaron al pie por lo que sellaron tablas 12 a 12.

Pero cuando la primera parte tocaba a su fin, la delantera local volvió a golpear. El gran trabajo del pack dio sus frutos y Quique Podestá logró el tercer ensayo de los nuestros. En esta ocasión, Joshua volvió a errar en la conversión por lo que el resultado con el que finalizó la primera parte fue 17 a 12. La lección estaba aprendida: había que exprimir aún más a la delantera.

 

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En la reanudación del partido, más de lo mismo. Transcurridos algo más de 10 minutos del segundo tiempo, los delanteros del San Isidro arrollaron al paquete colegial en una melé a 5 metros para que Ubaldo acabara por posar el oval en la zona de marca. Con el trabajo de su pack, el Glorioso abría brecha en el marcador poniendo el 22-12. El partido entró en una fase en la que era necesario tomar el balón y controlar el tiempo. Pero los locales no lo hicieron.

Llegó un nuevo ensayo del Cisneros IV. Los visitantes lograban acortar distancias imprimiendo velocidad en el juego a la mano de su línea y descosiendo así la defensa rival. De hecho, la exigencia física del partido, ante unos jugadores mucho más jóvenes, comenzó a pasar factura a los lagartos. Los más veteranos jugadores del San Isidro sentían que aunque el corazón y la cabeza les decía que sí, sus piernas ya no podían. Era la hora de mover el banquillo.

La línea ganó en capacidad ofensiva con la entrada de Borja, que logró quebrar en varias ocasiones la línea defensiva rival, pero el paquete de delantera comenzaba a acusar el esfuerzo. Pese a todo, el San Isidro volvió a golpear nuevamente y con un ensayo de Mini, convertido por Joshua, los lagartos ponían tierra de por medio en el marcador (29-17).

Un partido de Rugby dura desde que el árbitro indica el inicio hasta que señala el final.

Y fue entonces, cuando parecía que los locales se quedarían con la victoria, cuando aprendimos que un partido dura desde que el árbitro indica el inicio hasta que señala el final. Poco importa que, entre uno y otro silbato, transcurran 80 o 90 minutos (como ocurrió en Orcasitas). Mientras el oval está en juego, hay que pelear cada jugada, cada ruck y apretar los dientes en defensa como si el encuentro no hubiera hecho nada más que empezar.

Si no que se lo digan al Cisneros IV. Tras lograr un nuevo ensayo en el minuto 80, poniendo en el marcador el 29-24, los colegiales vieron como el colegiado del partido les otorgaba tiempo suficiente para obrar la remontada. Los nuestros, agotados después del enorme esfuerzo, pero sin bajar los brazos en ningún momento, no encontraban explicación a cuán eternos se podían hacer los 2 minutos que, según indicó el árbitro, restaban de partido.

Las acometidas de los colegiales se sucedían y los lagartos se vieron empujados a las precipitaciones, a las imprecisiones, a rifar el balón… En definitiva, a todo lo que les alejaba de la victoria. En aquellos minutos, que bien pudieron ser los más largos de la historia del rugby, ya justos de fuerzas, los nuestros no pudieron hacer nada para impedir que el Cisneros IV le diera la vuelta al marcador y se acabase llevando el partido con un ensayo anotado en el minuto 88.

Pese al resultado, los nuestros demostraron que el trabajo está dando sus frutos y se apreció una clara mejoría respecto a los anteriores partidos de liga. Eso sí, jamás debemos olvidar que, más allá del tiempo transcurrido, el partido empieza y acaba con el silbato del árbitro.

 

Resultado final: San Isidro Rugby Club Glorioso 28 (b) – 39 (b) CR Complutense Cisneros IV

Ensayos: Mini (x2), Joshua, Quique Podestá y Ubaldo

Conversiones: Joshua (x2)

 

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