Elogio de la locura

Erasmo de Rotterdam escribió una pequeña obra ensalzando la locura, no la demencia que provoca que los hombres caigan en lo grotesco, sino esa disposición del espíritu que les empuja a conquistar la grandeza.

Este domingo, uno más de la bendita aventura que emprendimos este año al enarbolar el proyecto del San Isidro Old Lizards, realizamos una proeza digna del elogio de Erasmo. Este domingo salimos del campo derrotados por el marcador y una serie de errores arbitrales, esos  que la gente de Rugby olvidamos en algunos segundos. Pero igual que existen victorias pírricas por lo perdido en el camino del triunfo, existen derrotas que eclipsan cualquier laurel. Esto es lo que vivimos juntos este domingo, uno más, o tal vez no, en el campo de Orcasitas.

Salimos al terreno de juego queriendo dejar claro desde el principio que a la juventud y rapidez que suponíamos al adversario, íbamos a oponer nuestra contundencia en delantera y nuestro oficio. Fruto de esa actitud, y de algunos fallos que nos privaron de varios ensayos, y nos castigaron con otros tantos, surgió un toma y daca en el marcador. Comenzamos fieles a nuestro estilo encadenando fases de delantera y fruto de una de ellas, a partir de un maul que avanzó veinte metros, hicimos el primer ensayo. Saliendo en fases desde el maul detenido acude AJ a recibir con una línea de carrera oblicua que le lleva a la zona de marca. Ensayo que transforma Eugenio como haría en cuatro ocasiones.

Nos empatan en el minuto trece con un tipo de jugada que fue una constante en el juego de Boadilla: apertura rápida a la línea de tres cuartos y juego de carrera esperando sobrepasarnos por el exterior o en algún intervalo dejado al barrer defensivamente.

La actitud de lucha intacta pero todo indicaba que el combate de la experiencia contra la juventud era insensata, ¿a qué aspirábamos? Alcanzar la estrella inalcanzable lo llamaba el Caballero de La Mancha. Y nosotros, en la misma utopía, seguimos tratando de tocar el cielo, pero pagando para ello un precio en monedas de sacrificio. Un juego compacto de delantera, una defensa atareadísima en la línea de tres cuartos, por mor del estilo de juego del rival. A destacar el rendimiento del prospecto Camilo en el ala (un ensayo), y del “juvenil” De la Pisa: viendo la machada que se marcó placando y estando en su sitio como zaguero, ensayando dos veces, uno llega a creer que el tiempo es una ficción, y que los gigantes son ratones.

Quizá por el efecto del cansancio bajamos la eficacia defensiva durante la última fase del primer periodo. Pero  ¿qué tratábamos de demostrar? Pues que nada es imposible, y que los años e incluso los quilos no son obstáculos para los héroes. En el minuto 39, resurgíamos de las cenizas, una vez más, y con un ensayo de Quique de la Pisa nos acercábamos en el marcador. Había vida y esperanza, pero en ese momento estábamos 17-26. Toda una parte nos esperaba, pero toda una montaña escarpada por escalar.

Como Don Quijote después de cada caída nos levantamos, y apenas en 7 minutos ensayamos otra vez con De la Pisa. Eugenio transforma y nos ponemos 24-26. La orilla está cerca Robinson. Pero en apenas cinco minutos dos golpes del Gigante nos ponen 12 puntos por debajo. Era real la isla o sólo un espejismo.

¿Qué necesidad había de seguir luchando? ¿No era más razonable ceder a la evidencia? La respuesta la dieron Macanan y Mikel ensayando. 38-39. La victoria a un paso, pero también el destino trágico de los que osan desafiar a los dioses.

Un poco de absurdo se sumó a la historia. Acaba el partido y el señor árbitro nos da ganadores de un punto por un error en el marcador. El error se corrige, pero ya habíamos hecho el pasillo a Boadilla. Se vuelve a jugar (!) una última posesión pues nosotros habíamos lanzado la pelota fuera en la creencia de que íbamos por arriba. (Un error en la gente del banquillo les hizo creer que íbamos empatados, y quizá llevara razón el árbitro en su conteo).

Hasta aquí el absurdo, pero la luz sobrepasa a la oscuridad y ésta no puede agotarla. Saca Boadilla y recibimos balón. Golpe de castigo que tiramos a touche. Sacamos y perdemos el balón, e inexplicablemente un jugador de Boadilla echa la guinda fuera con las manos. Golpe de castigo. Sacamos a touche el golpe y ahora sí conquistamos la pelota y jugamos fase tras fase, abriendo Eugenio a un lado y al otro probando la defensa de Boadilla. Los rostros enloquecidos de los Old Lizards, por el ansia de victoria. En las caras de los del Mad cierta perplejidad, “¿Pero qué buscan estos?” se trasluce en cada metro que retroceden. La última fase se hace con la línea y Miguelón 2.0 ensaya bajo palos tras colarse en un intervalo. La victoria, el “sueño imposible” hecho realidad. Pero no. Un fallo de apreciación del señor anula el ensayo por un pase plano interpretado como avant.

Este domingo, como Erasmo, hicimos con sangre y sudor nuestro elogio de la locura. Pero de la buena,  la que da vida y esperanza, la que nos une en pos de un ideal común de triunfo y de disfrute pleno de la vida.

Soñar lo imposible, batirse con el rival invencible, intentarlo cuando tus brazos están rotos, convencidos de que al final de esta lucha gloriosa nuestros corazones descansarán tranquilos cuando llegue nuestra hora. (El hombre de la Mancha)

Eduardo Martínez “Profe” – Old Lizard

 

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