Los habríamos fusilado
Perdónenme todos los padres de este grupo de niños que tenemos el privilegio de entrenar. Quienes no tenemos hijos no conocemos la lucha diaria con ellos (aunque tampoco las supuestas satisfacciones que los vástagos regalan a sus progenitores). Pero me deja tranquilo diciendo esto al recordar que mis padres también nos hubieran fusilado. Más de una vez.
Cuánto daño ha hecho Hollywood, Prado del Rey, Disney, Pixar y otros tantos lugares donde la FICCIÓN es la herramienta de trabajo. ¿Dónde se fabrican esos niños (menores de 10 años) con los que los actores dialogan, razonan y, al final, todo sale bien? Claro que si nos paramos un ratito a pensar, esos críos imaginarios se comportan como si fueran sus propios abuelos. Un despropósito.
Me reconduzco porque si no, me pierdo. Los habríamos fusilado. Ya comprendemos que los viernes por las tardes están cansados, la semana escolar (con sus deberes y eso) es larga y pródiga en actividades variopintas…. pero la pregunta es: ¿qué extraño episodio, paranormal sin duda, transforma a esos niños los viernes por la noche?
Con un cierto pesar en el ánimo nos dirigimos a una nueva jornada de rugby en Orcasitas. Una vez más, el tiempo acompaña en un día soleado. Se escucharon nuestras súplicas (gracias, una vez más, Kike) y nos enfrentaremos a tres equipos diferentes rompiendo el maleficio del día de la marmota. Arquitectura (rojo y blanco), Majadahonda y Alcorcón son nuestros rivales en el terrible césped de Orcasitas.
Con la incertidumbre inicial, ante el empuje de una numerosa y, cuando menos, “pintoresca” afición de Arquitectura, empiezan los partidos y nuestros lagartijas empiezan, de nuevo, a sorprender. Centrados como nunca en el juego, con las ideas muy claras (gracias a Dios, nos escuchan) empiezan a buscar la posesión del balón, a buscar los apoyos. Todo eso sin perder ni un ápice de la agresividad que los placajes requieren. Los dos partidos con los de color blanco se desarrollan casi igual, si bien el segundo resulta un tanto más competido. Clara superioridad de un juego colectivo frente a alguna individualidad.
Nos toca enfrentarnos a Majadahonda y no aparecen detalles de cansancio ni de querer borrarse de los partidos, cuando lo normal es que a estas alturas algunos ya prefieran calentar banquillo. El pequeño Juan nos deja, por compromisos familiares, pero sus nueve compañeros dejarán el pabellón bien alto. Otro partido con una muy buena continuidad, concentración máxima y juego bonito.
Pero lo mejor estaba por venir. Alcorcón, un equipo muy bien armado, nos puso las cosas muy difíciles. Vivimos jugadas trepidantes, placajes por uno y otro lado y también disfrutamos con la guinda del pastel: ensayos. Al final, a pesar de las individualidades de los rivales, se impone nuestra idea de juego de equipo y los Linces nos ofrecieron uno de los mejores partidos de rugby (de la categoría) que podemos recordar.
Edu, Jorge, Jaime, Gabi, Íñigo, Juan, Luis, Olivia, Sebi y Saúl fueron los actores principales de una bonita jornada. Agradecemos el apoyo de Isra desde la banda (la próxima ……a jugar).
Lo mejor: Comprobar que, a pesar de todo, estos niños son como esponjas y aprenden esto del rugby a una velocidad de vértigo.
Lo peor: Los partidos que no arbitramos nosotros. Son niños y hay que enseñarles. ¡AÚPA SAN ISIDRO!
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