Rugby y Burbujas

Los jugadores de la selección Argentina de rugby llevan meses sin ver a sus familiares y amigos. Al principio, encerrados en lo que ellos bautizaron temporalmente como “Casa Pumas”. En realidad es el Centro Deportivo de Alto Rendimiento de los Jaguares o “Casa Jaguares”. Esa tradición del mundo del rugby por la cual nos sentimos en casa con nuestros compañeros de equipo.

Jaguares es el nombre de la franquicia profesional, propiedad de la Unión Argentina de Rugby, que participa, desde 2016, en el Súper Rugby, competición que enfrenta a los mejores equipos de rugby del Hemisferio Sur y Japón.

Casa Pumas, situada en la ciudad Ingeniero Maschwitz (en la provincia de Buenos Aires) sería la burbuja, bajo estrictas medidas de precaución contra el virus, que el gobierno argentino aprobó para que su selección preparase el torneo de las Tres Naciones (el original Rugby Championship cambió su nombre tras la renuncia de Suráfrica a participar este año).

Así pues, burbuja desde el mes de Agosto en Argentina. A partir de finales del mes de Septiembre se trasladaron al vecino Uruguay, mucho más seguro, epidemiológicamente hablando. Posteriormente continuaron su preparación en Australia, país dónde se celebraron todos los partidos, a lo largo del mes de Noviembre.

El torneo fue muy bien jugado por los albicelestes consiguiendo empatar los dos partidos contra los anfitriones y una histórica victoria sobre los todopoderosos All Blacks, a la postre vencedores del torneo.

Meses en una burbuja.

Y así han estado nuestros pequeños “Lagartijas”. Meses de burbuja en burbuja: la primera, en casa con los papis, sin poder ver a otros niños o a los abuelos; luego, la del colegio, limitando los contactos a unos cuantos compañeros. Finalmente, la del equipo de rugby. Entrenamientos un poco raros por varias razones. La principal fue la dificultad para mantener unos grupos relativamente estables. Esta labor, gracias a Dios, se fue complicando sábado tras sábado a medida que más y más jugadores se unen a nuestra, ahora sí, Gran Familia. Entrenamientos sin contacto al principio; diferentes niveles: desde los veteranos con casi cuatro años de rugby en sus manos hasta las nuevas y numerosas incorporaciones.

Al final el esfuerzo y la espera empiezan a ser recompensados en forma de Torneo; el primero (y ojalá no sea el último) de esta atípica temporada.

La fecha, que ya hemos enmarcado, fue el 19 de Diciembre. Y no podría haber sido de otra manera, con la meteorología propia de las grandes gestas en el rugby: nubes, llovizna y frío. Ni siquiera así conseguirán pararnos.

Presentamos dos equipos que, lamentablemente, no dan para incluir a todos los jugadores que tenemos. Cosas de la pandemia pero  sólo es el principio. Y decidimos que uno sea de veteranos y el otro de noveles (como en el himno).

San Isidro “Fuencarral” tuvo como rivales a XV Hortaleza y Osos. Los nuestros no dieron opciones a ninguno de los dos, si bien se nota que la maquinaria aún anda oxidada. Nada que no esperásemos pero siempre con esa actitud que caracteriza a los jugadores de nuestro Club: lucha interminable y entrega sin reservas hasta el final.

San Isidro “Tres Olivos” se enfrentó a Olímpico y Osos. Gran parte de los participantes saltaban por primera vez a un campo en un partido oficial. Y eso se notó en el césped. Mucha anarquía, dudas sobre lo que hacer en cada momento; el balón ovalado, ese gran desconocido; otros niños vestidos de otros colores diferentes a los míos,… Sin embargo, después de las instrucciones recibidas, a grito pelado, por parte de los entrenadores las piezas fueron acercándose un tanto. Aún queda mucho trabajo para completar el puzzle. Sin duda una cosa aprendieron: el camino hacia la línea de ensayo del rival. ¡Bien por ellos!

San Isidro “Fuencarral”: Íñigo, Gabi, Saúl, Jaime, Luis, Carolina, Sebi, Ruy, Isra, MiniEdu, y Juan Pablo.

San Isidro “Tres Olivos”: Pablo Díaz, Javier, Marcos G., Lucas Guiote, Pablo Otero, Marco, Víctor Moreira, Julieta, Miriam, Manuel Plaza, Íñigo Sada, Jaime Hortelano y Leo Sánchez.

Lo mejor: La estupenda salud en San Isidro R. C., con tantos y tan entusiastas jugadores.

¡Tenemos 5 chicas en el grupo!

Lo peor: El tiempo y la extraña instrucción para NO hacer el tradicional pasillo entre jugadores. Una seña de identidad de nuestro deporte que no conculca las medidas de seguridad necesarias en estos tiempos.

¡SANGRE Y CIELO!

Carlos Suárez, entrenador.

Fotos: Diego Porcel.

 

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